
La Absenta, la bebida de los artistas
Dec 01, 2024¿Cómo sobrevive una bebida acusada de volver loca a la gente a una prohibición de cien años? Descubre en el siguiente artículo la extraordinaria historia de la absenta y conoce su influencia en algunas de las figuras más prominentes de las artes.
La absenta es una bebida alcohólica a base de ajenjo. A finales del siglo XIX se le veía en todos los bares y cabarets de París. Era probablemente el licor más famoso en Europa y el sello distintivo del mundo artístico, que lo consumía en grandes cantidades buscando inspiración y ebriedad.
Esta bebida, que se convertiría en la musa de Vincent Van Gogh y el poeta Paul Verlaine, fue finalmente prohibida porque se le acusaba de volver loca a la gente. Una de las mejores descripciones de los terribles efectos de la absenta en la gente la escribió Emile Zola en su novela L'Assomoire, que presenta una sociedad parisina sumergida en el alcoholismo. Por eso a este licor lo llamaban el "hada verde", no solo por ese color a hojas de primavera que la distinguía, un verde pálido olvidado en el siglo XX, sino, sobre todo, porque entraba por la sangre hasta el cerebro y desconectaba a sus clientes de la realidad.
En la actualidad, la absenta sigue siendo una bebida de misterio, alrededor de la cual existen varias creencias casi mágicas. Después de todo, es el brebaje que volvía locas a las personas: incluso hay algunos que aseguran que hacía delirar. La prueba de su fama se observa en la gran cantidad de películas, cuadros, canciones y libros que se han hecho en su honor: la película Drácula de Coppola, el libro la Hermana Filomena de los hermanos Goncourt o los tres cuadros llamados Absenta, pintados por Degas, Picasso y Manet. Recordemos, por ejemplo, la canción de Bárbara de 1972 que habla sobre Verlaine y Rimbaud, que bebían absenta como si uno bebiera agua, porque para hacer poemas hace falta más que agua.
Hace cien años la gente creía que los efectos nocivos de la absenta se debían a una molécula del ajenjo que se utilizaban para su fabricación. Sin embargo, no fue sino hasta hace poco que se comprobó que era simplemente el consumo exagerado de alcohol lo que provocaba intoxicaciones etílicas. Mientras no estuvo prohibida, miles de litros de absenta llegaban a la ciudad luz desde el pequeño pueblo de Pontarlier, donde se encontraban más de veintitrés destilerías con tres mil trabajadores y ciento once bares. El pueblo le vendía, al año, más de diez millones de litros de absenta al mundo entero.
Los artistas parisinos se reunían para beber absenta con un ritual que hoy en día ha sido olvidado. Servían un tercio de copa de absenta, ponían una cuchara plana con orificios sobre la copa y encima un terrón de azúcar. Al mismo tiempo, llenaban unos samovares de cristal con agua helada que tenían normalmente cuatro o más grifos. Bajo los grifos ponían las copas con las cucharas y el azúcar y abrían delicadamente cada uno para que el agua helada fuera cayendo a gotas en el azúcar y, al diluirse, llenaba el alcohol de sacarosa. El agua provocaba minúsculos grumos con el ajenjo que volvían el alcohol color verde pastel y de esa manera se llenaban los otros dos tercios de la copa.
Personajes de la talla de Picasso, Hemingway, Van Gogh, Delacroix y muchos otros generaron sus movimientos artísticos y literarios alrededor de esas jarras de cristal que goteaban sobre la absenta. Tras casi un siglo de prohibición, el hada verde volvió a la legalidad a partir del 2011 y es hoy en día de nuevo una bebida fetiche de muchos. Se vende de nuevo en Francia, Alemania e Italia en exclusivos cafés a la francesa, pues cien años de prohibición es poco para hacer desaparecer la absenta, de la que tantos se inspiraron.