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El mercado de Vanves

El mercado de Vanves

historia paris Mar 12, 2025

Hoy vamos a salir a respirar un poco de aire parisino. Vamos a descubrir sus secretos, sus tesoros, su gracia... en otras palabras, vamos a un refugio de vida francesa; un lugar muy querido por la gente llamado el mercado de Vanves, al sur de la ciudad, que encierra una parte de lo que es París.

Les pido que imaginen el ritmo de un mercado de las pulgas, el lento andar de la gente por un laberinto de cajas, fotos antiguas, libros, muebles, tapetes... Es la manía de una ciudad que se niega a botar lo viejo o el impulso parisino de guardar las cosas mientras pasa su época y sacarlas a la venta años después para recordar que todo pasado, por pasado, fue mejor.

Vamos caminando por este centenario mercado en el que desde hace unas horas se amontona todo tipo de gente curiosa. Unos personajes que uno ve literalmente con la cabeza dentro de las canastas de plástico en busca de algo que todavía no saben qué es, pero que esperan encontrar tarde o temprano. Otros avanzan con ojos de águila para evitar codearse con sus competidores, con una mirada atenta y entrenada para rescatar de esa marea de viejos artefactos un verdadero objeto de valor.

Mientras nos deslizamos con la música de fondo nos hemos cruzado ya con uno que otro grupo de nostálgicos. Unos seres que vienen a recordar sus años de juventud, cuando todavía los niños jugaban con volquetas de madera haladas por una cuerda, los cómics se leían en papeles gruesos y amarillentos o las muñecas se paseaban por los parques en coches de hierro de grandes ruedas, manija de madera y capota negra.

La idea al venir al mercado de Vanves es avanzar a paso lento, seguir la corriente de gente y detenerse en algo llamativo, ya sea el puesto de arte africano, de postales antiguas, de libros de segunda mano, de vintage o simplemente el de la caseta de crepes a la que ya empezamos a acercarnos. Hasta aquí comienza a llegar el olor de la crepe crujiendo en la plancha de teflón y derritiendo el chocolate sobre un banano en rodajas. Mejor dicho, aquí hay para todos los gustos: para los que buscan esas lámparas móviles de hierro de los años 50, mesas de madera de estilo rústico, floreros de modas pasadas o hasta los que buscan solo un lugar donde pasearse.

Cada domingo, los vendedores llegan hacia las 5 de la mañana en un alboroto de estantes golpeándose contra el piso, gritos roncos, café caliente en termos familiares y una camaradería que busca preservar la calidad de este lugar. Porque, como dicen algunos por aquí, el día que dejen de vender antigüedades y cosas viejas y comience la feria de los zapatos baratos, discos piratas y negocios de dudosa reputación, ese día estará sentenciado el mercado de Vanves.

Afortunadamente todavía los franceses acuden a Vanves como lo han hecho durante muchísimos años; con la misma calma dominguera que ha caracterizado a este y otros mercados de las pulgas desde que abandonaron el centro de la ciudad hacia 1860. Y la gente viene porque es aquí donde muchos han descubierto verdaderos tesoros, como ese sábado de 1989 en el que el coleccionista Marc Pagneux hizo el negocio de su vida.

Ese día vino a pasearse con los ojos bien abiertos y metiendo las narices en todos los rincones posibles a ver qué encontraba. De pronto, llegó a una caja con fotos viejas, como tantas otras por las que ya hemos pasado, y se puso a verlas con calma pensando quiénes serían esos personajes de otros tiempos. De pronto alcanzó una que parecía un poco más vieja que las otras y con una firma muy curiosa por detrás. En ese momento se volteó hacia el vendedor y le preguntó cuánto costaba la foto. Eran 600 francos o unos 90 euros en la actualidad.

Después se supo que la firma detrás era la de Luis Daguerre, el padre del daguerrotipo y uno de los inventores de la fotografía. Y lo que es mejor aún es que es un retrato de 1837, es decir el más antiguo hasta ahora conocido y que, por esa razón, sacudió la historia de la fotografía creando debates que perduran hasta nuestros días.

Por eso, solo basta contar esta historia para que la gente pase su día yendo y viniendo en busca de cosas viejas para decorar sus casas o para guardar en un cajón. Son muchas las sorpresas que le esperan a uno entre las carpas de los 380 vendedores que aquí se encuentran. Se necesita mucha paciencia, curiosidad y un serio olfato para los negocios, porque entre tanta oferta y demanda, en lo que mejor termina invirtiendo uno en el mercado de Vanves es en un domingo al mejor estilo parisino.

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