
El Petersburgo de Dostoievski
May 16, 2025Como en cualquier ciudad del mundo, las calles de San Petersburgo son testigo de una superposición de historias y arquitecturas que hacen difícil poder hablar de esta ciudad en los tiempos de tal o cual personaje importante. De ahí que sea una antigua capital con múltiples facetas que cada uno vive a su manera. Con mayor razón aun, el Petersburgo de Gogol, por ejemplo, no fue el mismo del de Tolstoi y a la vez, el de este último poco tiene que ver con el de Pushkin.
Por esa razón es que la ciudad de Dostoievski, aquella urbe violenta y agobiante de “Crimen y Castigo”, es en sí misma todo un tema que fascina a los turistas y petersburgueses contemporáneos. A estos los ve uno con mapa en mano y la tradicional lista de direcciones en busca de los lugares donde los personajes del escritor vivieron sus alegrías y tragedias.
El Petersburgo de Dostoievski, el bajo mundo en el que se sobrevivía a la sombra de los palacios zaristas, no era en principio muy distinto del de hoy en día. Los lugares donde acontecen la mayoría de sus historias siguen siendo oscuros y de mucho cuidado. Por eso valdría la pena hacer un breve recorrido para entender un poco lo que hemos leído en la obra de este maestro ruso, y sobre todo en Crimen y Castigo.
Podríamos empezar, por ejemplo, con la Plaza Sadovaya, o plaza del mercado, en donde convivían -o conviven- todo tipo de poblaciones y donde el hampa se ha sentido siempre más segura. Se trata de una inmensa plaza con una intensa vida, un hormiguero de gente que se pierde por entre las casetas de metal, los vendedores de frutas y los sigilosos ladrones. Aquí venía Dostoievski cada día a hacer mercado, entrando en contacto con el lado miserable de la ciudad. Basta tan solo con cruzarla de noche para sentir que más vale estar alerta y caminar rápido que perderse entre los misteriosos personajes que lo observan a uno desde la sombra.
Fue, de hecho, en una de las esquinas de esta plaza donde nuestro querido autor permaneció varios meses encarcelado, por haber pertenecido a un grupo de utopistas del que las autoridades zaristas desconfiaban. Ahí lo subieron al patíbulo y, cuando ya tenía la soga al cuello, llegó un mensaje del zar diciendo que había decidido perdonarle la pena capital y, a cambio, mandarlo a Siberia: es decir, lo envío a morir en vida.
En la actualidad no es tan difícil imaginarse la escena en un lugar rodeado por la insalubridad de los canales de esta zona, los roedores por doquier, los olores a basuras en la calle, conviviendo con el olor de la carne descompuesta de los mercaderes, algo que afortunadamente ya no ocurre. Obviamente nada de esto existe hoy en día, pero el aire suburbano del que Dostoievski escribe tanto en sus novelas sigue impregnándolo todo con su decrepitud.
Por eso no es una coincidencia que a dos cuadras de allí haya vivido uno de los personajes más famosos de todos los tiempos, Raskólnikov, que hacía lo posible por sobrevivir en este mundo hostil. Recordarán ustedes que en Crimen y Castigo él vivía en la calle S, equivalente al callejón Stolyarny de hoy en día. Una especie de calle desierta de fachadas oscuras que lo transporta a uno lejos de la magnífica arquitectura de la ciudad.
De hecho, cruzando a penas dos calles más, sobre el canal Griboyedov, se encontraba la casa de la usurera que Raskólnikov asesinó. Hoy en día es uno de los lugares más pintorescos de la ciudad, pero en esos tiempos era un verdadero muladar frente a las aguas fétidas del canal donde la gente del mercado arrojaba sus desperdicios.
En esa manzana vivió el mismo Dostoievski durante varios años en tres apartamentos distintos. Me refiero a otra de esas callecitas grisáceas, donde lo único que brilla es una placa de 1997 en la que se informa que allí vivió el famoso autor de Crimen y castigo. Fue en ese edificio, que debió haber sido alguna vez fue verde pastel y que ahora es gris oscuro, donde terminó otros libros famosos como “Los hermanos Karamazov”.
Lo más curioso de todo este microcosmos que es el Petersburgo de Dostoievski es que es radicalmente opuesto al de otros autores, que nos muestran el lado lujoso y arrogante de la capital. La gran pregunta es ¿con qué Petersburgo se identifica la gente, si conviven prácticamente uno sobre el otro? A ustedes, la libertad de escoger la ciudad que prefieran.