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Lecturas en la avenida Nevski

Lecturas en la avenida Nevski

san petersburgo May 15, 2025

La avenida Nevski es la vía principal de San Petersburgo, donde se concentra el comercio, el turismo y buena parte de la historia petersburguesa. Es una de esas calles donde todo ocurre a la vez, una suerte de ciudad dentro de la ciudad donde cientos de personas circulan día y noche en todos los sentidos posibles.

Pues bien, en medio de esta jungla urbana se yergue un edificio que desde su construcción ha sido uno de sus principales símbolos; una obra de principios del siglo 20 de estilo art-deco coronada con una cúpula de vidrio y unos titanes en bronce. Me refiero a la principal librería de la ciudad, el Dom Knigui o Casa del libro en español, un legendario templo del saber de 3 pisos con la más rica variedad de libros que uno pueda imaginar.

Pero lo más interesante de Dom Kñigui no es solamente el placer de perderse en sus corredores. Resulta que en medio de todos esos estantes y lectores, protegido tras unas plantas del caos de la tienda, donde la gente se amontona como en una plaza de mercado, se esconde el Café Singer. Un lugar único y con mucha historia donde muchos hemos pasado largas horas durante estos días veraniegos. Con sus mesas de hierro, piso de mármol y un ventanal sobre la avenida Nevski y la catedral de Kazán, el Singer es un café como pocos. Y lo es por una sencilla razón que el día de hoy les voy a explicar y con la que seguramente estarán de acuerdo.

Imagínense un día lluvioso con rayos y centellas, en medio de la ciudad de los zares, corriendo por una inmensa avenida de 6 carriles con sus edificios sublimes en piedra para salvarse de la lluvia. De repente, se les aparece un refugio seguro, una librería que los recibe tras sus delicadas puertas de madera invitándolos a recorrer cada uno de sus pisos. Y como estamos hablando de Rusia, van a la sección de literatura nacional a escoger algún libro que les guste, esperando tranquilamente que pronto escampe.

Mientras la lluvia cae con fuerza afuera, tienen ante ustedes una gama de autores y obras de fama mundial del que pocos países en el mundo pueden ufanarse. Entre ellos pasarían en lista los libros de Tolstoi, Gógol, Chejov, Dostoievski, Solzhenitsyn, Pasternak, Nabokov y tantos otros que se nos escapan. De repente se deciden por uno de ellos, digamos por ejemplo el Maestro y Margarita de Bulgakov para ponerle un poco de picante y humor negro a un día de tormenta.

Luego suben al segundo piso, y detrás de unas plantas descubren el Café Singer. Toman asiento con su libro en mano y piden, no un café, sino un té como todo ruso haría. Mientras esperan que llegue la tetera y resguardados de la lluvia en el salón, miran por el inmenso ventanal y ven a los petersburgueses con sus paraguas y gabardinas apurando el paso, la catedral de fondo con su cúpula cobriza y la vida de una ciudad que pasa ante sus ojos.

Luego abren el libro, lo acercan un poco y sienten el olor, no solo de las páginas nuevas, sino también del chocolate caliente de sus vecinos. Comienzan la lectura y el escenario cambia repentinamente, se encuentran ahora en la ciudad de Bulgakov, la Moscú del periodo estalinista, donde el diablo ha establecido su cuartel general. Se dejan llevar por la historia de amor del Maestro y Margarita, por los actos de la policía secreta, por la perfidia del demonio y sus secuaces, mientras todavía oyen la lluvia que cae sobre Petersburgo.

Luego interrumpen durante unos instantes la lectura al ver llegar el té, toman unos sorbos y de nuevo miran por la ventana los barcos que pasan por el canal Fontanka, los ven alejarse hasta perderse de vista junto a la estatua de Kutuzov castigada por la lluvia. Vuelven de nuevo a la trama del libro con el ruido de cucharas y platos de fondo que ambientan una agradable lectura al mejor estilo eslavo.

Poco a poco la calle vuelve a llenarse de gente, el sol comienza a salir de nuevo y deciden terminar por este día la sesión literaria, pagan la cuenta, se levantan y entran de nuevo a la librería. En ese instante tienen dos opciones, la primera es volver al estante de dónde sacaron el libro y ponerlo en su sitio o, si quieren, comprarlo para continuar con la historia del Maestro en su manicomio, pero siempre teniendo en cuenta lo agradable que es pasar sus horas de lectura en el Café Singer de la avenida Nevski.

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