
Jardines y parques escondidos de París
May 15, 2025¿Cómo era la vegetación parisina -sus árboles, sus flores y arbustos- en tiempos remotos? Descubre en el siguiente artículo algunos de los jardines más auténticos de París, en donde aún es posible encontrar parte de su vegetación autóctona.
Si algunos parques y jardines de París son conocidos en el mundo entero, como es el caso del parque de Boulogne o los jardines de Luxemburgo, existen varios otros donde la madre naturaleza también se ha implantado durablemente. A menudo estos lugares se encuentran escondidos tras los grandes bulevares de la ciudad, donde nadie espera encontrarlos. Suelen ser pequeños jardines donde crecen plantas exóticas traídas de todas partes del mundo o donde aun podemos ver como era la flora y fauna de la capital de Francia siglos atrás.
Uno de los mas curiosos es, sin lugar a dudas, el jardín de San Vicente, en la colina de Montmartre. Se trata de un lote de 1500 metros cuadrados que abandonaron por varios años y que hoy en día las plantas y árboles nativos escogieron como morada. Este es probablemente el último lugar en París donde todavía se ve la flora original de la región, lo que le da un aire fantástico a uno de los barrios más turísticos de la ciudad. Aquí las moreras, los almeces y las acacias blancas perfuman el aire con sus flores. El agua abunda y es entre los charcos que rodean el parque donde se oye el cantar de las ranas por las noches. En otras palabras, este jardín es un refugio para la biodiversidad parisina.
Otro resguardo del mismo estilo es el jardín alpino en el distrito V de París, que reúne a lo largo de caminos escarpados más de dos mil especies recolectadas en las montañas del mundo. Los visitantes pueden descubrir varias especies, sobre todo de los Alpes y los Pirineos, pero también cuenta con algunas plantas raras venidas de China, Marruecos, Japón, e incluso del Himalaya y el Cáucaso. Es también el único lugar en París donde se pueden ver las flores Edelweiss, flor nacional de Austria, que se encuentra en vía de extinción.
El jardín fue construido en un terreno especialmente diseñado, mas bajo que el resto del barrio y rodeado de árboles para protegerlo del viento y los cambios de temperatura. De hecho, es ahí que se encuentra uno de los árboles más famosos de Francia, un pistachero de oriente, con el que el botanista Sébastien Veillant demostró la sexualidad en el mundo vegetal. Pero la ciudad luz cuenta también con otro tipo de parques, aquellos de estilo francés que decoran los palacios de la ciudad.
¿Cómo reconocer un jardín o un parque a la francesa? Muy sencillo, son aquellos lugares donde se intenta mostrar lo esencial de la naturaleza por medio del propio ingenio del ser humano. De ahí que los árboles y arbustos estén podados con figuras geométricas y que los caminos rectilíneos atraviesan el lugar a lo largo y ancho.
Uno de los mejores ejemplos es el que se encuentra en el museo Rodin. Frente a este palacio, que el escultor convirtió en taller en 1908, los parisinos suelen pasearse entre las esculturas que hicieron famoso a Rodin. En la inmensa fuente central la gente se sienta a leer y a oír a los gorriones cantar. También se puede visitar la terraza sur, donde se encuentran plantadas las rosas Rodin, creadas en 2005. Curiosamente, la ultima esposa del escultor también se llamaba Rosa Rodin.
Otro jardín del mismo estilo es el de la Casa de América Latina. Este palacio, que el gobierno francés escogió en 1946 para fomentar los intercambios culturales con nuestro continente, tiene un jardín suntuoso, que a los franceses les gusta visitar antes de asistir a las conferencias, espectáculos y exposiciones que se presentan en este espacio cultural.
Los jardines de París esconden además otro tipo de sorpresas, sobre todo en la granja de París, un lugar muy particular al este de la ciudad. Los capitalinos suelen llevar a sus hijos a este parque para que descubran la vida agraria, los cultivos típicos de la región y la manera de cuidar de los animales en el campo. Lo niños aprenden a hacer mermeladas, a esquilar las ovejas y a transformar la leche en mantequilla como probablemente lo hicieron sus ancestros.
Muchos otros se nos escapan y sería difícil hacer una lista exhaustiva de todos aquellos lugares donde la Ciudad luz esconde con pudor los jardines que le dan tanta vida.